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Efecto Mozart

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"Efecto Mozart" hace referencia a beneficios curativos de la música compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart en pacientes con depresión durante sesiones de terapia.

El término “efecto Mozart” fue acuñado por el médico francés Alfredo Tomatis para designar el desarrollo cerebral que se produce en el niño cuando escucha música de Mozart, y por extensión al mismo efecto producido por otras músicas. La idea del efecto Mozart tiene su origen en 1993 cuando Frances H.Rauscher y sus colegas realizaron una investigación en la Universidad de California, en el Centro de Neurobiología, Aprendizaje y Memoria de Irving ​. Realizaron un estudio en que 36 estudiantes de psicología aumentaron 8 o 9 puntos en el coeficiente intelectual espacial (parte de la escala de inteligencia Stanford-Binet) después de escuchar diez minutos de la Sonata para dos pianos en re mayor de Mozart (.448). A la vista de los resultados, uno de los investigadores, Gordon Shaw, sugirió que posiblemente la Música de Mozart “aviva” el cerebro. En un estudio de seguimiento científico exploraron las bases neurofisiológicas de este aumento de capacidad de razonamiento. Hicieron más pruebas de inteligencia espacial a 79 alumnos, proyectando 16 figuras parecidas a hojas de papel dobladas de diferentes formas. El ejercicio consistía en decir cómo sería la figura cuando se desplegara. Después durante un periodo de cinco días, un grupo escuchó la sonata de Mozart, otro estuvo en silencio, y un tercer grupo escuchó una mezcla de otras músicas. Los tres grupos mejoraron sus puntajes del primer al segundo día, pero mientras en el grupo de Mozart la mejora era del 62 por ciento, en los otros grupos fue del 14, y del 11 por ciento. Después de estos estudios un buen número de escuelas públicas incorporaron obras de Mozart como música de fondo einformaron de mejoría en la atención y rendimiento de sus alumnos. El doctor Alfred Tomatis llevaba ya muchos años utilizando preferentemente la música de Mozart para sus terapias de escucha y oído. En 1991 publicó “Pour quoi Mozart” donde explica esta preferencia ​. Sin embargo, los resultados han sido inconsistentes y a menudo contradictorios. Algunos estudios han encontrado una mejora temporal en la capacidad cognitiva después de escuchar música de Mozart, mientras que otros han encontrado efectos negativos o nulos. Además, los estudios han demostrado que el efecto Mozart no es exclusivo de la música de Mozart, sino que también se puede observar después de escuchar otras formas de música clásica o incluso música popular. Es posible que cualquier tipo de música que tenga una estructura rítmica y melódica compleja pueda tener un efecto similar en la cognición humana. Es importante señalar que el efecto Mozart no es un método infalible para mejorar la inteligencia o el rendimiento cognitivo a largo plazo. Si bien puede haber un efecto temporal, este no tiene un impacto duradero en la capacidad cognitiva y no puede sustituir la educación y el entrenamiento cognitivo adecuados. Escuchar música provoca una gran variedad de actividades y estímulos cerebrales que influyen directamente en aspectos importantes de la vida como el estado de ánimo, el control del estrés, la ansiedad o la fatiga. Desde la antigüedad el ser humano ha utilizado este arte como método para reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo, tanto conscientemente como sin darse cuenta de ello ​. De hecho, cada vez más hospitales incluyen la terapia musical en tratamientos. Al escuchar música suave o con notas bajas esta ayuda a reducir la frecuencia cardíaca y presión arterial generando un ambiente estable y relajante para la persona que está en momentos de angustia, estrés, miedo, etc. Por tanto, la música reduce riegos de salud. Un estudio realizado en Italia demostró que las personas con la presión arterial alta reducían el ritmo cardíaco si escuchaban buena música durante media hora al día, 30 días seguidos . Además, quedó demostrado cómo la música adecuada ayuda a calmar a las células y los tejidos que forman los pulmones. Con este análisis del Efecto Mozart, se delimita que la música es el estimulante para tener una vida alegre, sin ella no se podría desarrollar varias de las aptitudes que cada uno de nosotros posee. Por otra parte, distintos tipos de géneros musicales hacen que cada melodía sea diferente, es por ello que las personas eligen su opción preferida basándose en el tipo de notas, ya sean agudas, graves, bajas, etc. según sea el gusto o estado de ánimo de la persona, pero como se mencionó anteriormente la música clásica provoca estimulaciones relajantes o de concentración, según los análisis las notas musicales de Mozart son las más recomendadas a las personas según las necesidades requeridas. Además, estos estudios revelan que la gran mayoría de las muestras tomadas, en este caso de las personas, respondieron de manera favorable, demostrando que este efecto es válido. En conclusión, el efecto Mozart es un concepto interesante que ha generado mucho debate e interés en la comunidad científica y en el público en general. Si bien puede haber un efecto temporal en la capacidad cognitiva después de escuchar música de Mozart u otras formas de música compleja, es importante no exagerar su importancia y no considerarlo como un sustituto de la educación y el entrenamiento cognitivo adecuado [15].

El libro que dio origen al término

En 1991, el otorrinolaringólogo e investigador Alfred A. Tomatis publicó el libro Pourquoi Mozart basado en su Método Tomatis, y en el cual utilizaba música durante las sesiones de terapia con sus pacientes, afirmando que la música de Mozart ayudaba en el proceso y que podía curar casos de depresión.​ Su método, desarrollado a mediados del siglo XX, pretendía estimular el oído y el sistema nervioso para integrar aspectos sobre el desarrollo y comportamiento humano.​

El estudio que investigó el efecto

En 1993, la psicóloga Frances Rauscher et al.​ de la Universidad de California​ describió en un artículo, «Music and Spatial Task Performance», publicado en la revista Nature,​ que la exposición de 36 estudiantes durante 10 minutos a la sonata para dos pianos en re mayor KV 448/375a (en el catálogo Köchel) tenía efectos positivos en las pruebas de razonamiento espacio temporal. Este efecto duraba unos 10 minutos.

El estudio se realizó sobre tres grupos de 36 alumnos de instituto en cada grupo. Mientras un grupo escuchaba a la obra citada, un segundo grupo escuchaba a instrucciones de relajación diseñadas para reducir la presión arterial. Un tercer grupo permaneció en silencio. A los diez minutos, tuvieron que completar una serie de tareas, incluyendo pruebas de razonamiento según Stanford-Binet y pruebas de doblar y cortar papel. Los investigadores encontraron que los alumnos que habían escuchado a Mozart obtuvieron puntuaciones más altas que los alumnos de los demás grupos.​

Impacto cultural y en el mercado

Poco después, un artículo en ¡Hola! afirmó que los «investigadores [Rauscher y Shaw] habían determinado que escuchar a Mozart realmente te hace más listo».​ Entre las distintas iniciativas posteriores basadas en la investigación sobre el efecto Mozart, tanto la industria musical como algunas escuelas privadas lo utilizó como una herramienta de marketing,​ y en 1998 el gobernador de Georgia regaló un casete o un CD de música clásica a cada madre primeriza que diera a luz en el estado.​ Lo mismo sucede en Dakota del Sur, Texas, y Tennessee. Otro regalo semejante, a todas las madres, hace la Academia Nacional Americana de las Artes y Ciencias. Y una reciente ley de Florida obliga que todos los niños con edades inferiores a cinco años escuchen en sus colegios 30 minutos diarios de música clásica. Uno de los investigadores del proyecto original comentó: «No creo que haga daño. Yo apoyo que los niños sean expuestos a experiencias culturales maravillosas. Pero creo que el dinero podría ser mejor invertido en los programas de educación musical.»[cita requerida]

Frances Rauscher, la investigadora y profesora de psicología de la Universidad de Wisconsin-Oshkosh, que realizó el primer estudio experimental en 1993 se muestra molesta con el grado de explotación comercial del efecto Mozart y la orientación lucrativa que se le dio a sus investigaciones. En todas sus conferencias deja claro que no existe evidencia científica de que al escuchar algún tipo de música se incremente la inteligencia.

De hecho, una investigación realizada en 2010 por los científicos Jacob Pietschnig, Voracek Martin y Anton K. Forman del Instituto de Investigación Básica Psicológica de la Universidad de Viena, y publicada en la prestigiosa revista Intelligence, revela que las sonatas de Mozart son agradables para el oído, pero la creencia de que potencia la inteligencia de los niños es falsa.

El análisis estadístico de toda la literatura de investigación disponible de 39 estudios con más de 3000 voluntarios en esta materia no encontró cambios significativos en sus habilidades cognitivas. Este estudio muestra que el solo hecho de escuchar música de Mozart no permite observar mejoras en las facultades de los sujetos de la investigación. Así mostraron que el efecto Mozart en la inteligencia no es más que una de las muchas "leyendas urbanas" de la psicología popular: "Recomiendo a todos que escuchen música de Mozart, pero no se puede satisfacer la expectativa de que de esta manera se logre un aumento de la capacidad cognitiva", explicó Jakob Pietschnig, uno de los autores del estudio.

Si bien la música armónica, melódica y rítmica de varios compositores realizan casi el mismo trabajo que Mozart, dicho autor es especial, explica Tomatis en su libro Por qué Mozart, ya que los ritmos y frecuencias que usa “dan una sensación de libertad y rectitud que nos permite respirar, pensar y reflexionar con facilidad”, acrecienta nuestro potencial creativo de una manera más natural, nos regala una “sensación de seguridad permanente”... El milagro de Mozart es “Colocar al ser humano al unísono con la armonía universal".

Estudios científicos sobre el efecto Mozart

En 2001, la revista Journal of the Royal Society of Medicine publicó una recapitulación respecto al efecto Mozart realizado por el Dr. J. S. Jenkins,​ en donde afirma que efecto Mozart existe, pero hay que delimitarlo y estudiarlo con más profundidad. Entre sus conclusiones, afirma que cuando hay una mejora en los rendimientos, esta es pequeña y el efecto no va más allá de unos 12 minutos. Tampoco afecta a la inteligencia en general. Sin embargo, afirma que hay efectos beneficiosos en personas con epilepsia, pero que los resultados no son específicos a las composiciones de Mozart y que no existen criterios musicales definidos.​

En 2003, la revista Nature publicó una investigación de la Universidad de California que reforzaba la idea concluyendo que solo diez minutos de una sonata para piano de Mozart bastaban para mejorar nuestro razonamiento espacial.

En 2007 un informe publicado por el Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania, del que se hizo eco Nature, presentó un análisis posiblemente de toda la literatura científica relacionada con música e inteligencia concluyendo que «escuchar pasivamente la música de Mozart —o cualquier otro tipo de música del agrado de uno— no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar si la audición de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño...».​

En mayo de 2010 un equipo de científicos de la Universidad de Viena comprobó la influencia de la música de Mozart en 3000 personas, y los resultados no registraron ningún incremento en la inteligencia de los sujetos que habían sido sometidos al experimento.​

En 2013, el biólogo Nicholas Spitzer de la Universidad de California cuestionó la existencia del efecto Mozart a partir de sus interpretaciones de un estudio que dijo que no se mostraba ningún efecto en la actividad o capacidad cerebral por escuchar música de Mozart.​

Efectos en los episodios epilépticos

En un estudio sobre el efecto Mozart en la actividad epileptiforme, publicado en 1998, Hughes et al. mostraron con la electroencefalografía (EEG) que hubo una disminución significativo en 23 de 29 pacientes de dicha actividad con la sonata KV 448/375a.

En otro estudio sobre los episodios epilépticos, se le hizo que escuchase la sonata KV 448/375a de Mozart durante 10 minutos cada hora a una niña de ocho años que sufría episodios epilépticos, concretamente del síndrome de Lennox-Gastaut, durante el tiempo diario que estaba despierta. El número de episodios se redujo desde nueve episodios en las primeras cuatro horas a un episodio en las cuatro horas siguientes. Asimismo, la duración de los episodios se redujo de 317 segundos a 178. El día siguiente, solo tuvo dos episodios en 7 horas y media.​

El «efecto Mozart» tiene base científica,​ Según se publica en Scientific report (del grupo de la revista Nature), «estudiando los episodios interictales intracraneales (IED),en dieciséis sujetos sometidos a monitorización intracraneal para la epilepsia focal refractaria. Encontramos IED reducidos durante la versión original de K448 después de al menos 30 s de exposición».​

«Esto NO significa que sea la cura contra la epilepsia, sino que es capaz de disminuir el número de crisis en ciertos tipos de epilepsia. De hecho, los medicamentos antiepilépticos son mucho más eficaces que esta melodía, pero la pieza K448 tiene tan pocos efectos secundarios y es tan fácil de suministrar que merece la pena probar su efecto.» (según se relata Espacio epilepsia)​

En 2023, Sandra Oberleiter y Jakob Pietschnig también demuestran en Scientific Reports (Nature Group) que la evidencia existente sobre el «efecto Mozart» en la epilepsia no es científicamente sólida. En un extenso metaanálisis se argumentó que los resultados positivos en cuanto a la mejoría de los síntomas se basan en diseños de investigación inadecuados, informes selectivos y muestras demasiado pequeñas. Además, los resultados no se pueden replicar porque los datos de los estudios no están disponibles y, por lo tanto, no cumplen con los estándares de investigación modernos.​

Véase también

11. lectro, M. (21 de Agosto de 2018). Mundo Electro. Obtenido de Mundo Electro: https://www.mundoelectro.cl/blogs/news10-beneficios-de-escuchar-musica

12. Figueroba, A. (15 de Abril de 2017). Psicología y Mente. Obtenido de Psicología y Mente: https://psicologiaymente.com/desarrollo/efecto-mozart

13. Gaytán, B. I. (20 de Noviembre de 2019). UVM. Obtenido de UVM: https://blog.uvm.mx/beneficios-de-la-musica

14. Ing. Esteban Ordoñez Morales, J. S. (2011). Análisis del Efecto Mozart en el desarrollo intelectual. INGENIUS, 10.

15. Campbell, D. (2002). El Efecto Mozart Para Ninos. Ediciones Urano.

Enlaces externos


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