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Culpa (emoción)

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La culpa es la experiencia disfórica que se siente al romper las reglas culturales (tanto religiosas, como políticas, familiares, de un grupo de pertenencia, etc), o por el pensamiento de cometer dicha transgresión.​

Psicología

La culpa es un factor importante en la perpetuación de síntomas del trastorno obsesivo compulsivo.​ Tanto en lenguaje especializado, como en el de uso ordinario, la culpa es un estado afectivo en el que la persona experimenta conflicto por haber hecho algo que cree no debió haber cometido (o de manera contraria, por no haber hecho algo que la persona cree debió hacer). Esto da origen a un sentimiento difícil de disipar impulsado por la conciencia. Sigmund Freud describió esto como el resultado de una pelea entre el ego y el superego. Freud rechazaba el rol de Dios como castigador en tiempos de enfermedad o de premiador en tiempos de bonanza. Así, al remover una causa de culpa de sus pacientes, describía otra, la fuerza del inconsciente del individuo que contribuye a la enfermedad. Freud llegó a considerar que “el obstáculo de un sentido inconsciente de culpa […] es el más poderoso de todos los que se tienen para llegar a la recuperación”.​ Para su posterior explicador, Jacques Lacan, la culpa es el acompañante inevitable del sujeto significante quien da cuenta de la normalidad en la forma del orden simbólico.​

Alice Miller afirma que “mucha gente sufre todas sus vidas por este opresivo sentimiento de culpa, el sentimiento de no haber vivido a la altura de las expectativas de sus padres [...] ningún argumento puede superar estos sentimientos de culpa, pues estos tienen sus inicios en los períodos más tempranos de la vida, y es de este hecho del que derivan su intensidad.”​ Esto puede estar ligado a lo que Les Parrott ha llamado “la enfermedad de la falsa culpa[...] en cuya raíz está la idea de que lo que sientes debe ser real. Si sientes culpa, ¡debes ser culpable!"​

El filósofo Martin Buber subrayó la diferencia entre la noción freudiana de culpa, basada en conflictos internos, y la culpa existencial, basada en daños reales ocasionados a otros.​

La culpa es asociada comúnmente con la ansiedad. En estados de manía, de acuerdo a Otto Fenichel, el paciente logra aplicar a la culpa el “mecanismo de defensa de la negación por sobrecompensación [...] recreando el ser una persona sin sentimientos de culpa”.​

Defensas

Una de las mejores defensas contra la culpa nace del reconocimiento de su origen opresor: El poderoso castiga al desobediente produciéndole males que dependen en su gravedad del poder del poderoso y de su estado de ánimo, no de lo que haya hecho el desobediente. El castigo asusta pero no educa. El poderoso se ahorra policías que descubran al desobediente y carceleros que lo castiguen cuando mete en la cabeza de los oprimidos la idea de culpa, sentimiento malsano. Una cosa es la conciencia de haber errado, de haber actuado mal y la disposición a corregir y a reparar y otra muy distinta el sentimiento de culpa por la cual uno debe ser castigado. Esta versión no es fácilmente aceptada por las creencias religiosas en una Soberbia Buena, del todopoderoso y una Soberbia Mala, de Satanás el desobediente.

Las defensas contra la culpa se pueden convertir en un aspecto primordial en la personalidad del individuo.​ Existen múltiples métodos que se pueden utilizar para evadir la culpa. Estos incluyen:

  1. La represión es usada usualmente por el superego y el ego contra los impulsos instintivos, pero en ocasiones es empleada contra el superego/conciencia misma.​ Si la defensa falla, entonces (en un regreso de lo reprimido) la persona puede sentirse culpable años después por acciones cometidas a la ligera en el pasado.​
  2. La proyección es otro mecanismo de defensa con amplias aplicaciones. Puede tomar la forma de culpar a la víctima: la víctima del accidente de alguien más o de la mala suerte puede ser sujeta a críticas, siendo la teoría que la víctima tiene la culpa por haber atraído la hostilidad de otra persona.​ De manera alternativa, no la culpa, sino la agencia condenatoria, podrían estar siendo proyectadas en otras personas, con la esperanza de que las acciones propias sean vistas de manera más favorable que en la propia conciencia (un proceso que raya en ideas de referencia).​

Culpa colectiva

La culpa colectiva (o culpa grupal) es la reacción desagradable y a menudo emocional que se produce en un grupo de individuos cuando se percibe que el grupo dañó ilegítimamente a miembros de otro grupo. A menudo es el resultado de "compartir una identidad social con otros cuyas acciones representan una amenaza para la positividad de esa identidad". Para que un individuo experimente culpa colectiva, debe identificarse como parte del grupo. "Esto produce un cambio de percepción de pensar en uno mismo en términos de 'yo' a 'nosotros'.”​

Comparación con la vergüenza

La culpa y la vergüenza son dos conceptos estrechamente relacionados, pero tienen diferencias clave que no deben pasarse por alto.​ La antropóloga cultural Ruth Benedict describe la vergüenza como el resultado de una violación de los valores culturales o sociales, mientras que la culpa surge internamente cuando se viola la moral personal. En pocas palabras, la principal diferencia entre la vergüenza y la culpa es la fuente que crea la emoción. La vergüenza surge de una percepción negativa real o imaginaria proveniente de otros y la culpa surge de una percepción negativa de los propios pensamientos o acciones.​

La psicoanalista Helen Block Lewis afirmó que, "La experiencia de la vergüenza tiene que ver directamente con el yo, que es el foco de la evaluación. En la culpa, el yo no es el objeto central de la evaluación negativa, sino que lo hecho es el foco."​ Un individuo aún puede poseer una percepción positiva de sí mismo y al mismo tiempo sentirse culpable por ciertas acciones o pensamientos en los que participó. Contrariamente a la culpa, la vergüenza tiene un enfoque más inclusivo en el individuo como un todo. Las ideas de Fossum y Mason describen claramente esta idea en su libro Facing Shame. Afirman que "Mientras que la culpa es un sentimiento doloroso de arrepentimiento y responsabilidad por las propias acciones, la vergüenza es un sentimiento doloroso sobre uno mismo como persona".​

La vergüenza casi se puede describir como mirarte a ti mismo desfavorablemente a través de los ojos de los demás. La psiquiatra Judith Lewis Herman retrata esta idea al afirmar que "la vergüenza es un estado de autoconciencia aguda en el que el yo está 'dividido', imaginándose el yo a los ojos del otro; por el contrario, en la culpa el yo está unificado".​ Tanto la vergüenza como la culpa están directamente relacionadas con la autopercepción, solo la vergüenza hace que el individuo se dé cuenta de las creencias culturales y sociales de los demás.

Paul Gilbert habla sobre el poderoso control que la vergüenza puede tener sobre alguien en su artículo 'Evolución, roles sociales y las diferencias en la vergüenza y la culpa'. Él dice que "el miedo a la vergüenza y al ridículo puede ser tan fuerte que las personas corren el riesgo de sufrir lesiones físicas graves o incluso la muerte para evitarlo. Una de las razones de esto es que la vergüenza puede indicar un daño grave a la aceptación social y una ruptura en una variedad de de las relaciones sociales. La raíz evolutiva de la vergüenza está en un sistema de amenaza social centrado en uno mismo relacionado con el comportamiento competitivo y la necesidad de demostrar que uno mismo es aceptable/deseable para los demás."​ La culpa, por otro lado, evolucionó desde un lugar de cuidado y evitación de cualquier acto que dañe a otros.

Notas

Enlaces externos


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